La llegada del siglo XX irrumpe de manera brusca en los
entornos de la bahía guantanamera (la tercera de bolsa más grande del mundo).
La instauración oficial a partir de 1903 de una Base Naval Norteamericana a la
entrada de la rada cambia la configuración del caserío y la zona en general.
Aumenta la población que acude de muchas partes de la Isla y el Caribe para buscar
trabajo en la Base,
necesitada de mano de obra barata para las construcciones y los servicios. El
pueblo se convierte en un punto de tránsito, donde proliferan los negocios:
bares, cantinas, fondas, tiendas, clubes, restaurantes y otros servicios
menores. Además, en su zona sur se establece una zona de prostitución, para el
esparcimiento de la marinería yanqui cuando estaba de franco. No existían
instituciones culturales, salvo el cine y una escuelita pública que atravesó
muchas dificultades.
Los desmanes y la prepotencia norteamericana en la hermosa
bahía hacen que en su población se geste un creciente sentimiento antiyanqui
que se apegó cada vez más a sus tradiciones cubanas y caribeñas y se enfrentó
con valentía al impuesto vecino ante cada atropello: el asesinato del obrero
Lino Rodríguez Grenat, la falta de respeto a sus mujeres, imposiciones en el
puerto, entre otros.
Parte significativa del pueblo de Caimanera se incorporó a
las luchas en cada etapa histórica, desde la época de los mambises. En la seudo
república fue fuerte el movimiento obrero portuario, ferroviario y salinero,
amén de uno u otro oportunismo que proliferó en algunos momentos sobre todo en la Salina.
Frank País visitó el poblado con objetivos organizativos del
Movimiento 26 de Julio. Encontró rápido apoyo y las células del movimiento
crecieron por doquier. De ellos existen hermosas y patrióticas historias, hasta
la liberación definitiva del marino poblado por tropa del Ejército Rebelde el 19 de Diciembre de 1958.
Caimanera ha sufrido el bloqueo norteamericano desde el
propio 1898, cuando desembarcaron sus tropas en la bahía y nunca más la
abandonaron. Con la Base
Naval, los pescadores perdieron sus mejores bancos de peces y
los campesinos sufrieron los primeros desalojos de la entrada de la ensenada.
El triunfo revolucionario significó para Caimanera la
dignificación de su pueblo en muchos sentidos. La Revolución dio al
pueblo un enorme abrazo de cultura, progreso y constante preocupación por el
hombre; pero como resultado de las agresiones y la falta de escrúpulos mostrada
por los Estados Unidos a través de la Base Naval, el municipio está imposibilitado de tener
un mayor desarrollo económico y cultural.
Vivir en una zona militar rodeada de necesarias medidas de
seguridad, alejan al caimanerense de sus elementos de identidad más profundos y
del uso de la bahía y los cayos en actividades diversas y cotidianas como la
economía, el intercambio con el Caribe, la recreación, la educación y el
turismo.
Los niños y jóvenes están impedidos de disfrutar la acampada
bajo la luna en la cayería que conforma la entrada de la bella rada
guantanamera que por derecho le pertenece como su patrimonio natural más
importante.
Todos estos elementos inciden de manera negativa en la
calidad de vida del pueblo de la Primera Trinchera Antiimperialista de Cuba que
convive con una cotidianidad constantemente agredida tanto en la esfera
material como espiritual, aún cuando la Revolución ha hecho grandes esfuerzos por
minimizar esta situación adversa.
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