Cuando decidí tener a mi beba en realidad quise que tuviese
el mejor de los futuros, y quizás ese sueño de madre hoy se engrandece al ver a
Emily ensayar cada tarde en el grupo de teatro municipal. Y me sorprende como avanza, y es gracias a ese empeño que pone su profesora Katia, de la
Brigada José Martí, o cuando al llegar a casa luego de una larga jornada de
trabajo encuentro el corredor todo lleno de niñas y niños porque deben
aprenderse una obra de teatro para una que otra actividad.
Así sucede cada día con Emily, Rochelis, Adalis, Miladis,
Dairon, Brian o César, los que permiten que Cuba sea regencia internacional de
respeto y cumplimiento de los derechos del niño y es por eso que aunque se muy
bien la respuesta que la infancia, niñez no es igual en todos los países doy
gracias a dios porque Emily, y otros tantos niños y niñas viven en
Cuba, una isla que aunque pequeña si se enorgullece porque ellos son los que
saben querer, porque ellos son la esperanza del mundo.
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