“Mi nombre es Emily
Morales Borges, pero eso no es lo más importante en esta historia, sino que ese
derecho, el amor de mis padres, la educación, la alimentación y protección que
siento desde que nací son algunos de los muchos derechos que tengo y que
disfruto desde hace más de ocho años”. Así dijo entre sonrisas y llantos
una niña vestida de hada sin nada que temer al hablar frente al público como
parte de los múltiples beneficios que ella ha percibido desde su nacimiento.
Cuando en muchos países del mundo el bienestar de niñas y
niños es una quimera, esta hada de Caimanera celebró con su varita mágica y
muchos duendes el Día Universal de los Derechos del Niño y la Niña.
Cantos, poesías, dramatizaciones, pintura en el asfalto y
muchas risas regalaron las niñas y los niños del Seminternado Luis Ramírez
López en la Primera
Trinchera Antiimperialista de Cuba, limítrofe con la ilegal
base naval de la estados unidos en Guantánamo.
La “Convención
sobre los Derechos del Niño y la Niña” fue aprobada el 20 de noviembre de mil 989
por la Asamblea General de las
Naciones Unidas, y entró en vigencia en septiembre de mil
990. Esta ley establece que todos los niños, las niñas y los
adolescentes menores de 18 años tienen iguales derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales.
En Cuba, los pequeños son privilegiados y para ellos se
destinan disímiles programas. La máxima martiana de que en los niños tiene la Patria su tesoro más valioso
no pierde vigencia, por eso, para ellos se trabaja porque ellos son “los que
saben querer, porque los niños son la esperanza del mundo”.
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