Caimanera, tierra limítrofe de un suelo usurpado por
el monstruo y que le conoce bien las entrañas, se entregó por completo a Fernando
González Llort, uno de
los cinco antiterroristas cubanos, que injustamente guardó prisión en Estados
Unidos.
Fernando, en cambio no excluyó de su
mano cálida, su sonrisa afable y su modestia a ningún caimanerense. Fue así
como los habitantes de la Primera Trinchera Antiimperialista de Cuba mostraron
su cariño sincero.
Abrazos de hermandad, besos, la mano
extendida, la palabra afable ante la curiosidad de cualquier interrogante son
las memorias que guardo de este encuentro, en el que confieso que verlo en
persona era el objetivo, tal vez escuchar su voz, ver su rostro, su sonrisa.
Fernando atendió a todos, respondió
cada pregunta, y a quines no lo conocíamos en persona nos dimos cuenta de su
dimensión humana tan gigante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario