No me evoques como apéndice de una usurpación sin mencionar
la resistencia al agravio ni pongas sólo el blanco a mis paisajes teñidos de
carmín de tontos pies descalzos raidos por le lacerante salitre del mendrugo.
No me evoques la humillación de mis mujeres pasaje de
ignominia en los cimientos.
Evoca el olor de mis orillas, la musas que al atardecer
buscan cobija en las espumas, los hombres de mar y su cosecha, las hijas de
Ochún y Yemayá, los jóvenes que construyen el presente y prefieren decir nagüe
a decir man.
Evoca un pueblo que defiende sus raíces y me estarás
nombrando. Caimanera…
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