Los picolinos (pequeños tractor soviéticos) fueron los
primeros en entrar a los cristalizadores, luego se incorporaron los Bolgar,
posteriormente llegaron los DT 75 acompañados de los YUN tirando carretas, las
alzadoras cañeras y las combinadas arroceras, aquello se parecía más a una
cooperativa o una granja agrícola que a una salina.
Corría la segunda mitad de la década de los 60 y los
innovadores encabezados por la brigada de los Carlines, Velorio, Cabal, Godoy y
otros muchos pusieron el ingenio y la decisión de transformar aquellas
condiciones de trabajo.
Se impuso entonces el Caimanero, tractor al que se
incorporaron los aditamentos necesarios, apoyado por los cargadores frontales y
los camiones de volteo, así se incrementó la productividad y la eficiencia y se
humanizó esta dura labor.
Simultáneamente se ampliaron y fortalecieron los pisos de
los cristalizadores para garantizar la maniobrabilidad de los equipos, se
construyeron terraplenes y obras de fábrica, el trabajo se tornó intenso. De
aquel infierno blanco solo queda el amargo recuerdo.
Desde los picolinos hasta el Caimanero, gracias a Carlines,
Velorio, Cabal, Godoy hombres emprendedores que legaron su innovación a Víctor
Ramírez, Wilmer Machado y Cisto Ramírez, innovadores con que cuenta hoy la
empresa salinera Frank País de Caimanera, por quienes la producción de sal
rebasa los niveles productivos planificados.

Caimanera garantiza más del 70 por ciento de la sal que
consumen los cubanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario