En
la actualidad crece el número de personas que utilizan los llamados cubaneos,
esos que están en cualquier conversación sin importar sexo o edad. Frases como
“qué vuelta”, “chao pesca´o”, el jebito, que bolá y otras muy similares, inundan
los espacios de nuestra vida pública.
Así,
lo mismo escuchamos a dos amigos despedirse en la calle con el muy extendido
“nos cogemos” para referirse verse más tarde, o que vuelta para preguntar como
estas.
Lo
cierto es que, sin importar el cuándo o el dónde, jóvenes, adultos incluso
niños abusan del lenguaje como si este fuera a la imagen y semejanza de cada
quien.
Claro
que esta situación no es exclusiva de los cubanos, sino un mal extendido -para
no ser absolutos- en casi todas las sociedades contemporáneas.
Pero
no solo la oralidad se afecta por estos llamados neologismos, que son nuevas
incorporaciones en el lenguaje. En la
era de la Internet,
las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación, son hoy un arma de doble filo cuando de lenguaje se trata.
Además
de ser un medio idóneo para la protección y promoción de las lenguas maternas y
la diversidad lingüística; también atentan contra el correcto uso de los
códigos lingüísticos, una vez que se crean nuevas y reducidas formas para la
comunicación.
Y
es que no solo se trata de promover el correcto empleo del idioma, sino de
crear una cultura lingüística, basada en el
predominio del lenguaje en casi
todos los espacios de la vida social.
Cada
21 de febrero, el mundo celebra el Día Internacional de la Lengua Materna,
ocasión propicia para repensar el uso que hacemos del idioma, como herramienta
fundamental para aprender y comunicar nuestro entorno más inmediato y el que
trasciende las fronteras del tiempo, y tal vez, sea más cotidiano escuchar
despedirse con un hasta luego, o preguntar como estas, y no, nos cogemos, que
bolá.
Posdata: Agradezco la colaboración de Mayleovis del Toro Terrero. (Michi)
Posdata: Agradezco la colaboración de Mayleovis del Toro Terrero. (Michi)
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