miércoles, 30 de noviembre de 2016

Yo soy Fidel


Hoy saco mi alma de niña al ver al pequeño Anibal, ese que les sacó las emociones a todos, a grandes y chicos, ese que aún sin proponérselo llegó diciendo “Fidel, te queremos, te llevo en mi corazón”
Cámara en mano, muchos corrieron hasta el pequeño y Anibal se sintió apenado, pero cuando depositó su flor, volvió a la carga como el héroe que luchó, como el Gigante Fidel, el que nos permitió vivir felices o como superhéroe.

 

Y no caben dudas, no tengo dudas, ese es el legado del Comandante, el mismo que el seis de enero de mil 962, en el Discurso pronunciado en el Acto de Inauguración del Palacio de los Pionero dijo, y cito: “¡Y nosotros queremos que todos los niños sean felices!  Para que los niños sean felices se ha luchado, para que los niños sean felices han tenido que dar su vida muchos patriotas, desde Martí, Maceo y todos los que han muerto”.


Los niños son sabios y sinceros, nadie como ellos para resumir y expresar los sentimientos que nacen de corazón, sin maquillajes o conveniencias, nadie como ellos para decir Fidel, te quiero.

Hoy vimos a Anibal, pero pudiera hablar de Pablito, el niño que pasó con la abuela, en la mañana, en la tarde con la tía, y en la noche con papá, o de Camelia, la pequeña que miró firmar a la abuela, como si leyera el compromiso de cumplir el concepto de Revolución.

Los niños son los seres más poderosos de la Tierra. Se te cuelan en el corazón aun sin previo aviso, así como se coló Fidel en mis sentimientos, así como lo revivió Anibal, cuando vino con su madre a depositarle flores al Comandante, es por ello que hoy no quisiera tener un modelo mejor que el que usted, con razón, Comandante, sembrado en mi corazón.

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