¿Cuántos recuerdos vienen a mi mente con esta imagen?, ¿cuántas
travesuras infantiles?, ¿Cuántos regaños por los saltos en la cama? ¿Las
paredes escritas? Mi cara de inocente ante aquella travesura porque sabía la
reacción de mi padre, y aunque mi madre siempre me regañaba al final lloraba
conmigo por mi ternura. No caben dudas amigos los niños y sus risas son la
razón de nuestro vivir.
Pero nunca es un niño más bello que cuando trae en sus
manecitas de hombre fuerte una flor para su amiga, o cuando lleva del brazo a
su hermana, para que nadie se la ofenda: el niño crece entonces, y parece un
gigante.
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